ME GUSTA – Valeria Roa
Breve cartografía de la gestualidad del dolor.
por: Valeria Roa
Este tema tan particularmente subjetivo, el gusto, se va configurando dependiendo de la moda, el contexto, las vanguardias, los modelos normativos y demás factores que determinan qué es lo bello o no bello.
Sin ciencia cierta y de modo consciente o inconsciente el arte refleja parte de aquello que se conoce como el patrimonio universal del espíritu, entendido éste como conglomerados de ideas o imágenes mentales que transitan en la memoria y que de algún modo impiden que la creatividad sea absoluta. Es muy probable que las artes contemporáneas, independientemente del momento histórico o el lugar en que se gesten, encuentren algún equivalente en la historia del arte universal.
Estas ideas, imágenes e incluso gestos podemos pensarlas como bloques de sensaciones que prefiguran el conocimiento académico o intuitivo de los artistas, estas prefiguraciones las entendemos como Pathosformel (filiaciones, desviaciones y actualizaciones) de una expresividad en la que se transmite aquella memoria que escapa a las determinaciones conscientes. Salvo escasas excepciones, es muy complicado que la inspiración sea absolutamente virgen.
En definitiva, la fórmula del pathos o Pathosmel nos ayuda a comprender aquellas formas que ya son parte del inconsciente colectivo por estar afianzadas en la historia del arte. Las filiaciones visuales, gestuales, e incluso conceptuales, son las ideas que intentaré encontrar a modo de cartografía de la imágen en los tres cuadros que hoy “me gustan” pararepensar.



Propongo recordar la obra “Saturno devorando a su hijo” de Francisco de Goya quien en el 1800 planteó un tremendo aquelarre de personajes, espacios y situaciones negras, dramáticas y dolorosas que servirían de anclaje visual a toda la producción posterior, ya sea por oposición o por concatenación creo que es muy difícil evitar a Goya cuando de pintura oscura se trata, es él quien desarrollando tan vasta producción nos traslada a diferentes momentos de su propia contemporaneidad de modo sublime a través de sus pinturas, grabados o murales. Goya es testigo fiel de su época absorbiendo en las imágenes los hechos más atroces de su contexto.
Goya nos muestra de modo directo las ideas que atormentaron al ser humano clásico. Su obra nos sitúa ante el horror. El cuadro alude a una idea inspirada en la mitología griega, el inmutable Cronos se representa en la figura de Saturno quien come a uno de sus hijos, lo obsceno de la escena duele a la vista, la ambición por el poder hace al hombre filicida, todo es sangre, negrura y sufrimiento. No solo duele el dolor sino que duele la idea al pensar en esta obra. Goya sabe que quiere decir y cómo decirlo. Estos gestos de miedo, sufrimiento y horror es lo que retomaremos en la obra de Edward Munch, el segundo artista que visitamos gracias a la memoria y nuestros propios saberes del arte universal.
El padre de la pintura oscura revive en la pintura “El grito”. Munch en su obra nos muestra la esencia del expresionismo alemán, el ambiente de la posguerra nos grita en primer plano, la sangre alborotada inunda el cielo,la forma se deforma, se derrite, se ablanda y se funde con el fondo, lo inconmensurable se vuelve ícono a través de Munch. La oscuridad de la psiquis trastornada del pintor se transforma en color, el alma del ser humano sufre, la sensación de la primera guerra mundial se asoma, la incertidumbre y la muerte golpean el inconsciente de Munch. Ya luego llegará el holocausto y nunca más habrá paz en las mentes de toda la
humanidad, todas las personas cargan alguna guerra en su adn. Ambas obras son dos de los grandes monumentos de la historia del arte, nacieron ambas de la oscuridad y se instalaron en la retina para siempre. Citando a Warburg ambos cuadros forman parte del patrimonio universal de imágenes. Una vez que ambas vieron la luz es muy complicado para los artistas contar con la originalidad necesaria que les permita
desprenderse de su propia historia visual. Esta pequeña cartografía de la gestualidad del dolor atraviesa la pintura de Ernesto Sabato quien reproduce o invoca el gesto de la obra de Munch y por extensión el de Goya.
Párrafo aparte es pensar porque nos gusta lo que nos horroriza ¿Verdad? ¿Hay algo en la psiquis dolida que busca refugio en el dolor ajeno? ¿Es eso lo que nos hace empatizar con este tipo de obras?. No lo sé. Mirando el cuadro ¿Por qué gritará? de Ernesto Sabato vemos que el personaje principal grita en primer plano, no lleva sus manos a los oídos como lo hace el personaje de Munch pero grita desesperadamente. El espacio es aterrador y la mirada es al espectador. El personaje nos hace preguntarnos por qué grita y es la misma pregunta la que nos hacemos frente a la obra de Munch.
Sabato de algún modo retoma en líneas generales ideas tanto de Goya como de Munch y las sintetiza representando visualmente la idea del poder destructor del hombre hacia el hombre. Él mismo descendió a los infiernos cuando leyó de primera mano los testimonios de las torturas perpetradas durante la última dictadura cívico militar y al salir guardó en su memoria imágenes que retomaría una vez que abandonara las letras. Nadie que transite la oscuridad vuelve a la luz por completo y ese fue el caso de Sabato. Pienso que el dolor se archiva en la obra de una persona que convivió con las peores historias jamás contadas, las pesadillas tienen forma y color.
Parte de la obra visual de Sabato archivó lo que la dictadura simbolizó para él. Lo interesante creo que es ver que archiva cada unos de nosotros en la memoria, que rescata de su adn, qué elementos visuales cargamos de nuestros antepasados y que desconocemos por no saber, en algunos casos, mirar hacia adentro.
Bibliografía:
Warburg, Aby. La función prefigurativa de las divinidades elementales paganas para la
evolución del pensamiento moderno de la naturaleza.
